"O Santo Entrudo" o qué hacer en Vilar de Amargo (Portugal) disfrutando de las tradiciones
Se acercaba el carnaval y yo no tenía planes para la fiesta. Acababa de llegar al pueblo y aún no sabía cuáles eran los eventos donde se reunía la gente. Pero por casualidades del destino, terminé la tarde en Vilar de Amargo, una aldea de Figueira de Castelo Rodrigo, cuando iba a empezar el Entierro del Santo Entrudo, al que me había invitado mi colega Marco.
Aquí en esta aldea es la Asociación Lagarto, una asociación para el desarrollo local, quien se ha encargado de revitalizar esta antigua costumbre, preguntando y hablando con las personas más ancianas sobre la festividad para tratar de traerla de nuevo a la vida.
El resultado ha sido una noche llena de teatro, música tradicional, disfraces y actuaciones llenas de color y sabor de la tradición.
Las costumbres dictan que los hombres tenían que ir vestidos de mujeres, y las mujeres de hombres, y para no reconocer a nadie, se usaba un paño de crochet o ganchillo para tapar las caras a modo de antifaz o careta.
Después de la cena, a base de platos tradicionales como el caldo verde o la bifana, servidos por las mujeres del pueblo vestidas de negro, las "viudas", junto a una gran hoguera en la plaza del pueblo, comenzaba el velório del Santo Entrudo.
El velório consiste en una procesión fúnebre por las calles del pueblo, acompañando un monigote de paja que hace de cadáver sobre unas angarillas con ruedas.
La procesión era acompañada por todo el pueblo, disfrazado a la manera tradicional, incluyendo un buen número de plañideras, músicos y un "cura" que tocaba con su tuba una especie de marcha fúnebre, hasta llegar a la plaza de nuevo, donde junto a la hoguera se leía el Sermón, una especie de poema satírico según la tradición, para despedir a don Carnal y recibir a doña Cuaresma. Terminado el sermón, el muñeco del Entrudo, de paja, era arrojado a la hoguera, dando así el pistoletazo de salida para el jolgorio final.
Un espectáculo de fuego coronado con un castillo de fuegos de artificio y un posterior concierto con los dos grupos mirandeses que habían estado amenizando toda la noche con canciones tradicionales y música popular mirandesa pusieron el broche final a esta fiesta tan curiosa, rescatada del olvido por muy poco y con gran sabor portugués.
Una generación más y no habría quedado ni un sólo testigo de cómo se celebraban estos festejos, marca propia de la aldea de Vilar de Amargo.
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